Trinchera de ideas

Por: Fernando Bossi

"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace, ganémosla a pensamiento"
José Martí.

El Nuevo Orden Mundial

Estamos pisando el año 2000 y el sistema capitalista ha logrado imponer su hegemonía política, económica y militar extendiendo así el proceso de globalización; los países metropolitanos se han nucleado en bloques a fin de desarrollar tácticas y estrategias acordes a sus intereses particulares. Se ha multiplicado la explotación de los países de la periferia y todos sus problemas: la miseria y las contradicciones sociales que padecen sus habitantes. Un economista estadounidense, Paul Samuelson, en la revista Newsweek, ha afirmado lo siguiente: "la guerra contra la pobreza terminó, y los pobres la perdieron". A esto debemos agregar que se está destruyendo aceleradamente el medio ambiente y las riquezas naturales, aniquilando constantemente las condiciones que hacen posible la vida del hombre en el planeta.

Infinidad de guerras locales, civiles e internacionales azotan a la humanidad y el imperialismo, con Estados Unidos a la cabeza, pisotea la soberanía y los derechos de los países del Tercer Mundo. Las naciones capitalistas centrales siguen invirtiendo millonarias sumas de dinero en armas, mientras la mayoría de la población mundial sufre hambre, analfabetismo y otras calamidades que podrían ser erradicadas con el aporte de una ínfima parte de esas sumas.

El modelo dictatorial del Nuevo Orden Mundial se consolida a través de una oligarquía internacional que a fin de defender sus privilegios desprecia todo lo humano. Así llegamos al año 2000, así la humanidad no podrá llegar mucho más lejos. Poner freno a la barbarie capitalista es el desafío para los hombres y mujeres que sueñen con un futuro digno de ser vivido. La alternativa, hoy más que nunca, y como lo expresara el dirigente uruguayo Eleuterio Fernández Huidobro, es: vida o muerte.

La lucha ideológica

Esta oligarquía mundial (que gobierna a través de los organismos internacionales de poder: Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, OTAN, Grupo de los Siete, ONU, etcétera) desarrolla también una enorme ofensiva a escala planetaria con vistas a acrecentar y consolidar su dominio en el terreno de las ideas, los valores, las esperanzas, el imaginario y los modos de vida de los pueblos. Emplea para ello miles y miles de millones de dólares, tecnología ultraavanzada y el monopolio que posee de los medios de divulgación, entretenimiento, educación y propaganda. "La guerra se libra por la mente de la humanidad" reconocieron en 1982 los asesores de la política exterior norteamericana en el célebre Documento Santa Fe I. Y de aquí se desprenden dos cuestiones no menores: primero, que ellos han impuesto la guerra como método para allanar diferencias, segundo, que han planteado el terreno fundamental donde desarrollarla: "la mente de la humanidad".

La cultura como conflicto

Así titula el intelectual venezolano Luis Britto García un capítulo del libro El imperio contracultural: del rock a la postmodernidad. Aquí reproducimos algunos de sus párrafos por la claridad que este texto contiene. Dice Britto García: "Estamos en guerra mundial. La obvia definición de Clausewitz postula que la guerra es la continuación de la política, por otros medios. Omite decir que la política es la continuación de la cultura, por otras vías. El aparato político, en cuanto monopolio de la violencia tenida por legítima, sólo existe para condicionar represivamente aquellos aspectos de la conducta que los mecanismos culturales no han podido inculcar en el hombre. El aparato estatal surge, por tanto, para corregir los fallos ocasionales del condicionamiento del aparato cultural, y es -por cuanto sociedad y cultura aparecen antes que el Estado- residuo de aquél. La guerra estalla cuando el aparato político no encuentra otra forma de llevar adelante sus propósitos que mediante la intervención armada. Las bombas empiezan a caer cuando han fallado los símbolos".

Y continúa el pensador venezolano: "De allí, que la raíz última de los conflictos deba ser detectada en la cultura. Mediante ésta, se logra imposición de la voluntad al enemigo extraterritorial o de clase, se inculcan concepciones del mundo, valores o actitudes. A la larga el aparato político no puede defender victoriosamente la guerra, o imponer en la paz, lo que la cultura niega. A los arsenales de la guerra sicológica, han añadido las grandes potencias las armerías de la guerra cultural. Con operaciones de penetración, de investigación motivacional, de propaganda y de educación, los aparatos políticos y económicos han asumido la tarea de operar en el cuerpo viviente de la cultura".

Para finalizar la cita agregaremos: "Esta operación tiene como instrumental quirúrgico un arsenal de símbolos, como campo el planeta, como presa la conciencia humana. Sus cañones son los medios de comunicación de masas, sus proyectiles las ideologías. La ubicuidad de la llovizna radioactiva es deleznable comparada con la pervasividad del rocío de signos. La guerra real tiene estancamientos y armisticios: la de la cultura no".

Mecanismo de la opresión

Ningún territorio, ningún pueblo se conquista totalmente mientras existan vestigios de resistencia. El pueblo conquistado recién se somete cuando comienza a pensar y actuar de la misma forma en que el conquistador quiere y para esto, el conquistador coopta a sectores de la sociedad sometida y los prepara como "modelo" a ser imitado por el resto. Cuando los sometidos ven al "modelo" como fin a alcanzar, recién el conquistador puede estar satisfecho con la conquista.

Al "modelo" se lo exhibe como "triunfador", es pragmático, adaptado a las circunstancias, emprendedor, inescrupuloso, individualista por consecuencia, audaz y deshumanizado. Los valores tradicionales, aquellos que hacen a los hombres seres sociales, pacíficos y humanitarios desaparecen. La solidaridad, el amor al prójimo, la honestidad, la generosidad, la honradez, la justicia y la decencia no son atributos necesarios para ser "modelo" en la sociedad actual, por lo tanto, el mensaje tiene por objeto ubicar a estos valores en el espacio tenebroso de la ridiculez. La cultura de los pueblos, llena de prácticas sostenidas por estos valores tradicionales, debe ser vaciada de contenido y ese vacío ser ocupado -como si fuera un territorio invadido por fuerzas de infantería tras el bombardeo-, por las ideas, valores, imaginario y costumbres digitadas desde los centros del poder mundial para los pueblos sometidos.

¿Qué nos muestran los medios de comunicación de masas? En principio un mensaje central: ser es tener, el hombre vale por lo que tiene y no por lo que es. ¿Qué implica tener? Simplemente poseer bienes materiales, ser propietario de objetos que generan poder y prestigio. ¿Quiénes los poseen? Aquellos que han sido cooptados por el sistema, los "modelos" a imitar, los símbolos que se le imponen a los sometidos. El mensaje es claro: consumiendo tal mercancía lograrás el éxito y la plenitud, para lograrlo necesitarás dinero y para tener dinero deberás estar en sintonía con quien te lo pueda dar. Claro que sólo unos pocos lograran el objetivo, pero todos -democráticamente- podrán jugar sus cartas en una suerte de "lotería de posibilidades". Es descarado observar cómo el sistema, a través de los medios de comunicación de masas, se encarga de poner en vidriera a los "triunfadores" mostrándolos como gente del común -de la clase o país sometido-, que "llegó" a un lugar de privilegio cumpliendo estrictamente con las pautas impuestas para ellos. Todos pueden acceder al poder, a la fama y a la riqueza, nos dice el mensaje, sólo hay que estar atento a las posibilidad que alguna vez se presenta. El arte es no desaprovechar esas pocas pero efectivas oportunidades que la vida -y el sistema- ofrece.

Oligarquía y "modelos"

Los "modelos" no son la oligarquía ni las clases dominantes, ya que si ellas mismas se presentaran como "modelo" existiría la posibilidad de ser identificadas por el pueblo como clases explotadoras. La relación entre clase o país oprimido y clase o país opresor es mediatizada a través del sistema del simulacro. Como en las empresas, la cadena de mando supone intermediarios entre el capitalista y el obrero a través de gerentes, jefes de sección y capataces, en la cadena de la irradiación ideológica las secuencias se producen a través de los "modelos" .

Los "modelos" son, fundamentalmente, sumisos ante los poderosos -conformistas-, niegan en todo momento el conflicto entre clases o países -conservadores, defensores del orden establecido-, cumplen el papel de filtro entre el pueblo y sus clases dominantes -conciliadores-, provienen generalmente del pueblo -populistas- pero poseen un estándar de vida similar al de las oligarquías -arribistas-. Normalmente estos personajes son reclutados entre aquellos que reúnen alguna condición que pueda ser mostrada a través de los medios de comunicación masiva: actores, deportistas, cantantes, periodistas, modelos, seudointelectuales, figuras del espectáculo, etcétera, conforman esa categoría de híbridos funcionales al sistema. Xuxa, Valeria Maza, Ricky Martin, Thalía, Andrea del Boca, Chayanne, Ramón "Palito" Ortega son ejemplos concretos de esto que hablamos. Tal vez Diego Armando Maradona sea uno de esos casos en que el "modelo" se ha descarrilado de las pautas previstas.

La resistencia cultural de los pueblos

Toda cultura popular contiene en su seno valores impugnadores al sistema dominante. La cultura de los latinoamericanos-caribeños es rica en expresiones solidarias, comunitarias, de respeto y armonía con el medio ambiente, de lucha y sacrificio, de construcción y trabajo. En tanto y en cuanto un pueblo reafirma su identidad como tal, en sus costumbres, idiosincrasia, idioma, imaginario colectivo e historia común, la resistencia a la dominación, la lucha por la liberación está presente. De aquí la necesidad de las fuerzas opresoras de penetrar significativamente en ese terreno a fin de consolidar su poder y dominio.

La lucha por el poder de los oprimidos, si bien es una lucha política, requiere insoslayablemente, como prerrequisito, del rescate de la conciencia nacional y de clase de un sector importante del pueblo y hoy esa conciencia está adormecida por el impacto de la penetración ideológica del opresor.

La reconquista de la identidad, de la conciencia de los pueblos es la lucha fundamental en la guerra que han desatado las clases dominantes a las grandes mayorías.

El campo de batalla

Cuatro son los terrenos de lucha en los que se desarrolla la contienda ideológica: el mundial, el nacional, el social y el individual, como dice el documento Santa Fe I: en "la mente de la humanidad", desde lo micro a lo macro y viceversa. Cotidianamente se libran batallas en cada uno de estos terrenos, desde las confrontaciones en el orden planetario hasta las que dirimimos diariamente en nosotros mismos.

Penetración militar, económica, política e ideológica se complementan dialécticamente. A una ofensiva ideológica le sucede una ofensiva económica, a una ofensiva militar una ideológica y simultáneamente según las situaciones concretas. Quebrar al enemigo en el orden ideológico (cuando este parece ser hoy el elemento dominante) generará inmediatamente un retroceso en el orden político, económico y militar. Esto ellos lo saben a la perfección y por lo tanto tratan de no distraer esfuerzos, conscientes que un repliegue en ese campo prefiguraría un descalabro generalizado.

Nuestra situación y las tareas

La desorientación general que viven las masas en estos momentos es consecuencia de varios factores a la vez, pero fundamentalmente de uno: la falta de un sistema coherente de ideas que enfrente con igual fuerza la fuerza de la ideología dominante. La caída del mundo socialista, la derrota de los movimientos de liberación nacional, la carencia de creatividad para enfrentar los nuevos problemas, la colonización pedagógica y el aluvión de mensajes paralizantes ha contribuido para que los pueblos hayan quedado en una situación de gran indefensión.

Dar la batalla en todos los terrenos es retomar los caminos de lucha por la justicia y la dignidad.

En el ámbito mundial: bregando por la toma de conciencia de que es necesario un nuevo orden internacional justo y solidario, opuesto al actual regido por el lucro y la ganancia y de condena a la barbarie capitalista.

En el terreno nacional: rescatando la identidad de los pueblos, la cultura nacional y popular, la soberanía y la autodeterminación y denunciando al enemigo principal: el imperialismo.

En el área social: revalorizando los conceptos de igualdad, justicia social, cultura del trabajo, justa distribución de las riquezas y el gobierno de los trabajadores manuales e intelectuales, como única salida ante la crisis.

Y en el campo individual: generando una praxis sostenida en la ética y la solidaridad, la sensibilidad social, el amor al prójimo, la búsqueda de la verdad, la justicia, la generosidad y el desprendimiento en la construcción del "Hombre Nuevo" que proponía Ernesto Che Guevara.

Generar un dispositivo eficiente, que haga de foco de irradiación ideológica y genere consciencia entre los pueblos, es un arma que, tarde o temprano, tendremos que implementar para dar la batalla con posibilidades de éxito y acelerar el proceso de grandes transformaciones que vitalmente necesita la sociedad. La consciencia no sólo se adquiere en la lucha reivindicativa, también requiere de elaboración, teoría, estudio, docencia, reflexión, propaganda y agitación.

Construir un fuerte sistema de ideas, respaldado en la cultura popular, en la ciencia y en los mejores valores que ha generado la humanidad en su historia, es el desafío que nos impone la hora actual.

Decía el antropólogo mexicano Guillermo Bonfil Batalla: "Si no tenemos utopías, si no tenemos capacidad de imaginar un futuro mejor acorde con nuestra realidad, estamos rindiéndonos a la pérdida de nuestro futuro, el nuestro, y estamos aceptando un futuro impuesto. Si el pasado, en otros aspectos, nos fue impuesto, no podemos aceptar que el futuro también nos sea impuesto".

Trinchera de ideas

Los latinoamericanos caribeños tenemos una historia y una cultura común. Las experiencias de lucha de nuestros pueblos reúnen un caudal inmenso de saberes y enseñanzas que deben ser recogidas por las nuevas generaciones. Ejemplos nos sobran para construir modelos referenciales que rompan con aquellos generados por la ideología dominante. Los valores y las conductas de hombres como San Martín, Artigas, Martí, Allende o Guevara, entre tantos, deben ser guía en la acción. El estudio de nuestra historia, rescatando los mejores momentos de las luchas por la dignidad y la soberanía, será una tarea necesaria en la construcción de un sistema de ideas que nos sirva para enfrentar con éxito al enemigo y neutralizar la avalancha de mensajes decadentes que nos envían cotidianamente. Sólo así estaremos en condiciones de pensar en nosotros mismos, de mirar al futuro con esperanza y de renacer desde nuestra originalidad: "inventamos o erramos" decía el revolucionario venezolano Simón Rodríguez.

Los aportes de los pueblos originales, tanto en su visión del cosmos como en el sistema comunitario de producción; el aporte del cristianismo del Jesús de los pobres, del marxismo latinoamericano y del patriotismo revolucionario antiimperialista deben ser amalgamados en una nueva síntesis integradora y liberadora.

Esa es la tarea: de unidad en la diversidad. De unidad que hoy es vida ante la muerte que propaga la oligarquía mundial. Liberar nuestra mente y nuestra alma para pelear por la paz, la justicia y la igualdad, es el camino que nos debe llevar a los "pobres del mundo" a construir trincheras de ideas que den razones suficientes para transitar el camino de la liberación.