Contra los Tony Blair vascos

Por el verdadero socialismo

Jokin Elarre, Javier Ramos
En nombre de Euskal Herriko Komunistak

Resulta sumamente clarificador el texto publicado recientemente en GARA por el compañero J. Ibarzabal, ya que indica el camino de auténtica claudicación ideológica que un sector de Batasuna pretende imprimir a la izquierda abertzale. Le agradecemos su sinceridad. Los ejes de su pensamiento indican a las claras que hay un sector que desea instalar a la izquierda abertzale en un capitalismo de «presunto rostro humano». Los comunistas que deseamos trabajar en Batasuna agrupados en Euskal Herriko Komunistak creemos que una lucha tan heroica y tan dura como la que lleva tanto el pueblo trabajador como, en concreto, la izquierda abertzale, no se merece unos objetivos tan raquíticos y tan amarillos, además de tan irrealizables, como los que propone el articulista.

El objetivo de varias generaciones de luchadores abertzales desde los años 60 y por el que han arriesgado su piel y han sufrido de todo no es menos que el construir una auténtica sociedad socialista, es decir, sin clases, basada en el poder popular, sin explotadores ni explotados, en el marco de un Estado soberano. Plantear el reconocimiento del mercado (que no es otra cosa sino el eje nuclear de funcionamiento del capitalismo) y plantear la utopía absolutamente imposible de un capitalismo sin injusticias repitiendo una y otra vez el supuesto «fracaso del socialismo real», es querer levantar la bandera de la «tercera vía» de Tony Blair e intentar construir un modelo más o menos autóctono de socialdemocracia. En más de 150 años de desarrollo capitalista lo único que ha fracasado y que no tiene nada original que ofrecer es la «tercera vía» socialdemócrata de Ibarzabal. ¿Cuáles son sus referencias internacionales? ¿Acaso el PS francés o quizás versiones más «radicales» como el FSLN, que no hace sino traicionar a sus orígenes desde 1990, o quizás el mito de la socialdemocracia escandinava?

No son más que gestores y apuntaladores de un capitalismo en crisis permanente. El socialismo instaurado tras la Revolución Soviética de 1917 es en todo superior al capitalismo, incluso si tomamos como referencia el socialismo enfermo, burocratizado y minado dentro que prevaleció en la URSS y otros países socialistas en los años 80. Aquellos que, como Ibarzabal, pretendieron unir el agua con el fuego, es decir, el socialismo con el mercado, como Gorbachov en la URSS y los titistas en Yugoslavia sólo consiguieron abrir las puertas al triunfo contrarrevolucionario del capitalismo. El modelo chino de fusionar socialismo con mercado acrecienta las desigualdades y pone en grave peligro la misma continuidad del socialismo en dicho país. Es significativo que en lugar de proponer un debate profundo y honesto sobre las causas de la derrota del socialismo a manos del imperialismo Ibarzabal se escape del tema gritando «fracaso». Es este un debate necesario y necesariamente largo que ya ha sido objeto del primer seminario de estudio que realizamos como EHK y que queremos proponer a toda la izquierda abertzale.

La premisa falsa de la que parte Ibarzabal es: «Ya que el socialismo verdadero ha fracasado reconciliémonos con el capitalismo, el único sistema posible, planteando no su superación sino el maquillaje de su actual etapa neoliberal». Es el discurso no sólo del «socialismo identitario» sino de toda la socialdemocracia internacional incluyendo a las corrientes pacifistas «antiglobalización» tipo Marcos, Attac y Ramonet. Pero no son nada nuevo. Marx ya se las tuvo que ver con supuestos «socialismos» pequeño-burgueses y cristianos de varios tipos (les pega buen repaso en el "Manifiesto Comunista").

Seamos serios. Si se entiende por socialismo «identitario» aquella realización socialista que parte y se desarrolla en un contexto social propio, en una sociedad de clases dada, y que no necesita importar «modelos», estamos de acuerdo. Pero mucho nos tememos que, en realidad, bajo tan sugerente término, se está intentando «vender» una pura y llana renuncia al sistema socialista de desaparición de clases para sustituir el proyecto por un abrazo de Vergara al capitalismo «con rostro humano», si es que tal antinomia pudiera ser posible. Nosotros mantenemos que la única alternativa viable a la barbarie capitalista es su superación por una sociedad realmente democrática, que sólo lo puede ser si dicha sociedad, es decir su mayoría obrera y popular, asume el control de los medios de producción. Será la sociedad, desde el control de un Estado radicalmente diferente al burgués, la que establezca lo que quiere producir y cómo resuelve los problemas de fondo que el capitalismo ni puede ni quiere resolver: la vivienda, la crisis del baserri, el desempleo, la emancipación nacional, la emancipación de la mujer, la salud, migraciones forzosas, la destrucción del medio ambiente, la corrupción de los funcionarios, la desigualdad en el acceso a los bienes materiales y no materiales, etcétera.

La constatación de la barbarie que diez años de hegemonía imperialista ha conducido a la humanidad con multiplicación de desigualdades, guerras, epidemias, fascismo y racismo, mientras que la minoría enriquecida lo es más que nunca, no hace sino acrecentar el colosal balance positivo de la tarea de construcción socialista llevada a cabo por los comunistas en grandes partes de Europa, Asia, Africa y el Caribe. Pero los comunistas no sólo no nos negamos a hablar de un programa táctico de mejora de las condiciones de vida de las masas populares sino que, conscientes de las dificultades y de las posibilidades de esta época, podemos ofrecer reformas más prácticas y más eficaces, sin que por ello caigamos en embellecer la criminal «economía de mercado».

Lo que decimos es que las reformas hay que realizarlas en la perspectiva de construir un Estado democrático de los trabajadores y no un estado capitalista «de rostro humano». Hay un abismo entre el falso socialismo «identitario» y el verdadero socialismo democrático, popular y revolucionario. La utopía de mejorar el capitalismo sin romper con él sólo conduce a proyectos completamente podridos como el del PSOE zapaterista y a callejones sin salida como el del autonomista gallego Beiras o de nuestra extinta ESB.

Un eje ideológico de esta deriva es un descafeinado «europeísmo» de los pueblos que se presenta como sustituto al necesario anti imperialismo e internacionalismo proletario. La «Europa de los pueblos» es otra ensoñación que ofusca contemplar la realidad tal como es: la Europa imperialista en torno a su «UE» no es más que una maquinaria de conquista de mercados para sus multinacionales y de aplastamiento de independencia de los pueblos que osan resistir. Pero en cambio es más necesario que nunca una fuerte actividad antiimperialista que rompa el aislamiento en que se encuentra el MLNV, debido no sólo a causa del enemigo, sino al profundo despiste ideológico de los «identitarios». El problema de fondo no es el «letargo ideológico» sino el arrepentimieno masivo de muchos antiguos cuadros revolucionarios que han buscado su plácido acomodo en el mercado y que dejan a las masas sin perspectivas posibles y realistas. El momento no es de pesimismo ni de lloriqueo sobre nuestras derrotas (eso fue hace diez años, amigo Ibarzabal) sino de ofensiva ideológica: ahí está la victoria de los trabajadores de Sintel, el auge de los movimientos anticapitalistas y populares en esta Europa que tanto quieren nuestros «identitarios». En el Este las organizaciones comunistas se recuperan y están devolviendo los golpes a la burguesía que se ha aferrado al poder.

Los comunistas de EHK anunciamos nuestro deseo de presentar alternativas al documento sobre política económica y social. Tenemos que ser todos los sectores combativos del MLNV, los sectores obreros y sindicales, los jóvenes, las mujeres, los parados, los presos, los marxistas los que pongamos en común manos a la obra para construir una alternativa auténticamente socialista, basada en pilares sólidos y no en utópicas «terceras vías».

Agosto de 2001