La Revolución
de Octubre de 1917
Cómo conquistaron
el poder los bolcheviques
Parte 2: Las tácticas leninistas: Triple audacia y apoyarse en las masas
La
noche del 10 al 11 de octubre, en medio de una rápida desintegración
del orden social, el Comité Central bolchevique votó 10 a 2 por empezar
preparativos concretos para la insurrección armada. Kerensky había ordenado
el retiro de los buques de guerra de Petrogrado y se temía que planeaba
entregarle la ciudad al ejército alemán y dejar que éste se ocupara
de aplastar el movimiento revolucionario.
El
pueblo de Petrogrado se puso en guardia. Las unidades de la guarnición
proclamaron que desobedecerían las órdenes de evacuar a Petrogrado,
y los soviets votaron por respaldarlas, a pesar de que la dirección
menchevique y socialista-revolucionaria de los soviets se opuso. Además,
los soviets decidieron formar un "comité revolucionario de defensa"
con el propósito expreso de luchar contra el ataque alemán, pero que
también podría luchar contra el gobierno de Kerensky si intentaba otra
traición. La guarnición y los soviets habían llegado al punto de amotinarse
abiertamente contra el gobierno. Esa situación no podía durar y la única
forma de resolverla era por la fuerza de las armas.
Eso
no significaba, sin embargo, que los bolcheviques tenían garantizado
el triunfo de la insurrección. Todavía tenían que resolver importantes
problemas, y urgentemente.
Para
empezar, no se habían hecho preparativos militares. Las masas habían
protestado (y luchado) con armas en la mano en julio y defendido a Petrogrado
contra Kornilov en agosto. Pero la insurrección requiere otro nivel
de lucha. Requiere forjar una estrategia ofensiva para tomar el poder,
reunir las fuerzas para atacar, escoger objetivos, coordinar ataques,
etc. Requiere organizar a las masas para que funcionen como un ejército,
combatan y tomen la ofensiva. Es un nivel cualitativamente superior
al de la defensa armada de una ciudad; es el paso más grande que se
puede dar. Para darlo, el Partido tuvo que pasar de operar en la esfera
política a operar en la esfera militar, una esfera relacionada pero
que tiene diferencias cualitativas.
Tomar
la ofensiva y apoyarse en las masas
Durante
todo ese período la dirección de Lenin fue crucial. Recalcó dos principios.
Primero, los bolcheviques no podían esperar que se presentaran condiciones
más favorables; tenían que actuar inmediatamente para movilizar a las
masas a la ofensiva. Segundo, tenían que apoyarse sobre todo en el proletariado
armado. Poco antes de la insurrección, Lenin escribió que Marx afirmó
que la insurrección armada es un arte, no algo espontáneo, y explicó
las reglas de este arte:
- No
jugar nunca a la insurrección, pero una vez empezada, estar firmemente
convencido de que es necesario ir hasta el final.
- Concentrar
en el punto decisivo y en el momento decisivo una gran superioridad
de fuerzas; de lo contrario, el enemigo, que tiene la ventaja de estar
mejor preparado y organizado, aniquilará a los insurrectos.
- Una
vez que comienza la insurrección, proceder con la mayor decisión y
pasar sin falta a la ofensiva. "La defensiva es la muerte de
la insurrección armada".
- Tratar
de tomar desprevenido al enemigo y aprovechar el momento en que sus
tropas estén dispersas.
- Empeñarse
en obtener éxitos diarios, por pequeños que sean (incluso podría decirse
a cada hora, si se trata de una sola ciudad), y conservar a toda costa
la "superioridad moral".
Marx
resumió las enseñanzas de todas las revoluciones con respecto a la insurrección
armada, citando las palabras de "Dantón, el más grande maestro
de táctica revolucionaria hasta ahora conocido: audacia, audacia y siempre
audacia".
¿Cuál
era la clave de esa audacia táctica? La fuerza organizada de las masas.
Lenin escribió:
"Organizar
a los elementos más decididos (nuestras 'tropas de choque' y la juventud
obrera, así como a los mejores marineros) en pequeños destacamentos
destinados a ocupar todos los puntos más importantes y a participar
en todas partes, en todas las operaciones importantes, por ejemplo:
rodear y aislar a Petrogrado; apoderarse de la ciudad mediante un ataque
combinado de la flota, los obreros y las tropas, tarea que requiere
arte y triple audacia; formar, con los mejores obreros, destacamentos
armados con fusiles y bombas, para atacar y cercar los 'centros' del
enemigo (los colegios militares, telégrafos y teléfonos, etc.). Su lema
debe ser: ¡antes morir que dejar pasar al enemigo!" (Obras
completas, Tomo XXVII, pp. 292-293, "Consejos de un espectador").
Poner
en práctica esa orientación requería una acelerada carrera, una ruptura
drástica, un paso gigantesco hacia lo desconocido y lo que nunca se
había hecho. Había que arriesgar todo lo logrado hasta ese entonces;
pero únicamente con esa línea y orientación se podía ganarlo todo.
Mientras
tanto, la situación seguía cambiando a toda velocidad. El 19 de octubre,
envalentonado por una carta pública de los líderes bolcheviques Kamenev
y Zinoviev contra la insurrección*, el Gobierno Provisional comenzó
a preparar una racha de represión. Frente al Palacio de Invierno (la
sede del gobierno) se instalaron carros blindados con ametralladoras.
Comenzaron a pulular por las calles patrullas reforzadas de cadetes.
El gobierno ordenó el arresto de agitadores en los cuarteles. Esa noche
los comandantes militares dividieron la capital en distritos especiales
y planearon redadas y ocupaciones de sitios clave, como el centro dirigente
de los soviets en el Palacio Smolny.
La
Guardia Roja
Pero
el partido y las masas también estaban en movimiento. Desde los comienzos
de la revolución, las masas comenzaron a organizarse en Guardias Rojas:
grupos de proletarios a cargo de la defensa y la vigilancia en las fábricas
y en los barrios. En octubre, los bolcheviques transformaron la Guardia
Roja en la espina dorsal del ejército proletario. Esta tenía más fuerza
en el distrito Vyborg (un gran barrio proletario, como Harlem en Nueva
York o Pico-Union en Los Angeles).
El
21 de octubre, para contrarrestar lo que prometía ser una enorme manifestación
reaccionaria al día siguiente, la Guardia Roja del distrito de Vyborg
puso sobre aviso a varias unidades de fábricas. El 23 de octubre, la
dirección de la Guardia Roja dio una orden secreta de que todas las
unidades se prepararan para luchar y se quedaran en las fábricas. Un
libro sobre la Guardia Roja cuenta lo siguiente:
"F.A.
Ugarov, un trabajador de la fábrica Vulkan, escribió que después del
'Día de los soviets' [una marcha convocada el 21 de octubre en apoyo
a los soviets], los trabajadores estaban especialmente aguerridos...
Una orden de la comandancia de la Guardia Roja los instó a prepararse
para la acción. Alistaron los rifles. En el patio de la fábrica blindaron
camiones con chapa de acero y les montaron ametralladoras. La fábrica
dejó de ser fábrica y se convirtió en un campo armado".
Otro
trabajador recordó que en los últimos días antes de la revolución unos
trabajadores armados convirtieron en cuartel la cafetería de la fábrica
y se quedaron a dormir ahí, con su arma al alcance. De hecho, numerosas
plantas de Vyborg se convirtieron en cuarteles. Fue una importante medida
para pasar de ser una organización de trabajadores armados a un ejército.
Ganar
a las tropas
Lenin
se apoyó más que nada en las masas de proletarios organizados en unidades
de la Guardia Roja; pero también se propuso ganar o neutralizar a todos
los soldados del gobierno que fuera posible.
Los
bolcheviques habían hecho trabajo político clandestino con las tropas
desde el comienzo de la I Guerra Mundial. Era un trabajo muy peligroso:
fomentar la confraternización entre los soldados rusos y los soldados
de las potencias imperialistas hostiles; mostrar los verdaderos intereses
de clase de la mayoría de los soldados (campesinos) del ejército; distribuir
el periódico bolchevique dirigido a los soldados; y formar células bolcheviques
donde fuera posible. El gobierno castigaba a los organizadores bolcheviques
civiles mandándolos al frente, lo que era como una pena de muerte. ¡Pero
le salió el tiro por la culata porque los bolcheviques se ponían a organizar
nuevos revolucionarios en el frente!
El
ejército ruso sufrió grandes derrotas. La fuerza de combate unificada
y disciplinada fue desintegrándose poco a poco, especialmente después
de la revolución de febrero, cuando los trastornos políticos sociales
también afectaron al ejército. Mientras el Gobierno Provisional procuraba
restaurar la disciplina para volver a mandar el ejército a luchar contra
las tropas alemanas, los bolcheviques hacían lo posible por agrandar
la brecha entre la mayoría de los soldados y el gobierno, y por generar
apoyo para la revolución.
A
medida que se acercaba la insurrección, la agitación política y la organización
de las tropas fue crucial. A principios de octubre el soviet de Petrogrado
formó el Comité Militar Revolucionario, o CMR, como centro de comando
para las fuerzas proletarias. El 21 de octubre el CMR comenzó a mandar
comisarios a las unidades de la guarnición. En un desafío directo a
la comandancia del ejército, los comisarios llamaron a las tropas a
obedecer únicamente las órdenes aprobadas por el CMR. Eso podía neutralizar
o ganar el apoyo de algunas tropas en un levantamiento, aunque no podía
impedir que las tropas leales del Gobierno Provisional obedecieran órdenes
de atacar antes a las masas y sus dirigentes para prevenirlo.
En
casi todas las unidades estalló constante debate y lucha cuando llegaron
los comisarios. Su demanda aumentó y el CMR reclutó como comisarios
a todos los que pudo encontrar: cuadros que llegaron antes de tiempo
al Congreso de los Soviets, bolcheviques que acaban de salir de la cárcel
y soldados radicales. La lucha política que se libraba en los cuarteles
no bastaba. Había que derrotar militarmente al ejército del gobierno.
Pero esa lucha política hizo vacilar a algunas fuerzas leales al gobierno
que le prestaron oídos a la agitación bolchevique; también logró convencer
a ciertas unidades clave de participar en la insurrección al lado de
los bolcheviques.
Continuar
*
Kamenev y Zinoviev escribieron a un periódico que no les parecía
buena idea que "nuestro Partido inicie manifestaciones armadas de ningún
tipo en el futuro inmediato", con lo que claramente dieron a entender
que los bolcheviques estaban a punto de actuar. Esa traición
le dio al gobierno un pretexto para desatar una ola de represión.
Lenin contestó los argumentos de que había que esperar
con lo que el periodista John Reed llamó "una de las obras de
propaganda política más audaces que el mundo ha visto".
En su "Carta a los camaradas", Lenin hizo añicos desde una docena
de ángulos los trillados pero todavía influyentes razonamientos
de Kamenev y Zinoviev, y en el proceso profundizó el análisis
político y militar que guiaba a la insurrección.
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