Imperio e imperialismo

Un comentario al libro de Toni Negri y Michael Hardt

"La historia de la guerra imperialista, interimperialista y antiimperialista ha terminado. El fin de la historia ha desembocado en el
reino de la paz". Esta cita resume muy bien la tesis de "Imperio", la obra de Michael Hardt y Toni Negri de la cual fue sacada. La he escogido porque es particularmente clara y comprensible. Encontrar una frase breve y clara en las 496 páginas de esta obra político-filosófica redactada en un estilo reservado a los iniciados no es empresa fácil. Me aventuro a exponer lo que he comprendido del libro de Hardt y Negri.

Nadine Rosa-Rosso, secretaria general del PTB (del semanario del partido "Solidaire").
Traducción de la Red Palante!

Para comenzar, una nota a nivel del estilo. La obra pertenece al género que otros han llamado "impostura intelectual". La impostura consiste en producir una construcción teórica abstracta, expresada en términos inaccesibles al común de los mortales, sin traer conclusiones prácticas. La impostura depende de la manía de algunos intelectuales de creer que la
naturaleza de los hechos cambia porque los llamamos con nombres diferentes.

Un ejemplo preciso a propósito de la guerra del Golfo: "La policía mundial americana no actúa por un interés imperialista sino por un interés imperial". Esta afirmación debería explicar la tesis de que ya no hay más guerras imperialistas. Sustituyen la palabra "ejército" con "policía" y ya no es una guerra sino una "operación policial". Sustituyen la palabra "imperialista" con "imperial" y ya no hay más guerras imperialistas.

Los niños iraquíes que mueren por un embargo cruel y los centenares de miles de soldados y civiles iraquíes muertos en 1991 pueden llevar escrito sobre sus tumbas: "víctima de una operación policial imperial". Sin embargo, esto no cambia la esencia de los hechos. La guerra del Golfo fue claramente una guerra imperialista, destinada a proteger intereses imperialistas, o sea, el acceso de las multinacionales y de los gobiernos imperialistas al petróleo barato. Una guerra destinada a poner sobre aviso a las naciones oprimidas por el imperialismo contra cualquier intento de rebelión y de independencia.

¿Pero qué hace la policía (mundial)?

Las 496 páginas de "Imperio" no sólo tenían la intención de sustituir la palabra "imperialismo" con la palabra "imperio". Esta sustitución de palabras es además una transformación de la política y una revisión del marxismo que los autores mismos reivindican.

Tras leer la obra de Lenin "El imperialismo, fase superior del capitalismo", Hardt y Negri afirman que "Lenin estaba de acuerdo con la tesis fundamental de Kautsky sobre la tendencia del desarrollo capitalista hacia una cooperación internacional de los diversos capitales financieros nacionales y tal vez hacia la constitución de un trust único mundial. Lo que rechazaba con decisión era el hecho de que Kautsky utilizaba esta visión de un futuro pacífico para negar la dinámica de la realidad presente". Los autores pretenden, por consiguiente, que Lenin compartía el análisis económico de Kautsky pero no sus conclusiones políticas.

Esto es absolutamente falso. Recordemos para empezar que, sometido como estaba a la censura zarista, Lenin precisa en la introducción que la obra se limitaría al análisis económico. Lenin se limita por lo tanto a una crítica de la teoría económica de Kautsky precisamente porque es imposible compartir el análisis económico y no compartir las conclusiones políticas.

De la teoría del ultraimperialismo de Kautsky, Lenin dice que ésta "esconde y elude las contradicciones más profundas y fundamentales del imperialismo". "Por lo tanto en la realidad capitalista, y no en la vulgar fantasía filistea de los curas ingleses o del 'marxista' alemán Kautsky, la alianza 'interimperialista' o 'ultraimperialista' no es otra cosa que un 'momento de respiro' entre una guerra y otra, cualquiera sea la forma que asuma dicha alianza, sea la de una coalición imperialista contra otra coalición imperialista, sea la de una liga general entre todas las potencias imperialistas. La alianza de la paz prepara la guerra y a su vez
nace de ésta; la una y la otra forma se determinan recíprocamente".

¿Las potencias imperialistas se dividen pacíficamente el mercado mundial?

No es casual que los autores, para demostrar su teoría del Imperio, vale decir, la realización de un espacio mundial dominado por un único capital, tomen la guerra del Golfo. La guerra del Golfo fue de hecho una guerra realizada por la "liga general entre todas (subrayado por Lenin) las potencias imperialistas". Pero Lenin precisa inmediatamente que se trata de treguas y que estas alianzas temporales no eliminan de hecho las guerras económicas feroces que los estados imperialistas se hacen, que pueden
transformarse en guerras verdaderas. Esto no ha cambiado mucho, porque en la "liga general de las potencias imperialistas" se manifiestan grietas vistosas. Las diversas guerras que han despedazado a Yugoslavia han visto la iniciativa de fuerzas locales, pero en éstas no era difícil descubrir los intereses geoestratégicos divergentes de los Estados Unidos y de Europa o, también, en Europa, de Francia y Alemania.

Si no se comprende que el "capital mundial" es un concepto abstracto y que la realidad concreta es la lucha a muerte entre los grandes grupos monopólicos y sus estados, no se puede entender absolutamente nada de la realidad y se llega inevitablemente a negar el imperialismo.

Es lo que hacen Hardt y Negri en toda su obra: "la realización del mercado mundial conlleva necesariamente el fin del imperialismo". Lenin razonaba en modo exactamente opuesto: la llegada del mercado mundial, que puede ser datada hace un siglo, señala el inicio del imperialismo que lleva todas las contradicciones a un nivel sin precedentes en la historia. El mismo hecho de que el mercado sea a partir de ese momento un mercado mundial y todo el mundo esté dividido entre las potencias coloniales hace que la competencia tome la forma de una nueva repartición territorial que se realiza generalmente con la guerra.

El Vietnam: ¿última guerra imperialista?

Para Hardt y Negri el Imperio está caracterizado por la desaparición de las fronteras y de los estados nacionales. No ofrecen ninguna demostración concreta de esta tesis. Afirmando que el "nuevo orden imperial" es americano, los autores renuncian de hecho a denunciar la existencia de un consistente bloque imperialista europeo. Aún si la fase actual estuviera provisionalmente caracterizada por la "liga de las potencias imperialistas" contra las naciones oprimidas, esto no elimina de hecho el peligro de enfrentamientos interimperialistas en el futuro.

Es además significativa la afirmación de Hardt y Negri según la cual la guerra del Vietnam habría sido la última guerra imperialista. Analizando las luchas de liberación nacional, los autores afirman: "Sería un grave error arraigar cualquier nostalgia por los poderes de los estados nacionales... Éstos (los estados nacionales) llevan en sí toda una serie de estructuras y de ideología represiva y por esta razón cualquier estrategia que se apoye en ellos debe ser abandonada".

Para los autores ya no existe diferencia alguna entre naciones imperialistas y naciones oprimidas. Habíamos visto ya que no existen más "naciones imperialistas" sino "un imperio". La otra cara de esta teoría abstracta es que ya no hay naciones que apoyar. Con el título elocuente de "los dones envenenados de la liberación nacional" Hardt y Negri afirman sin vergüenza que "Desde la India hasta Argelia y de Cuba a Vietnam, el Estado es el don envenenado de la liberación nacional". Y aún más: "mientras el nacionalismo se propone liberar a las masas del dominio extranjero, erige estructuras de dominación interna que son tan opresivas como éste".

En suma, el estado vietnamita oprime al pueblo vietnamita tanto como lo oprimían los estados imperialistas franceses y americano. He aquí cómo un ladrillo político-filosófico puede llevarnos a años-luz de la realidad.

Algunos compañeros creen que Negri es "uno de los pensadores marxistas (libertarios) más interesantes de nuestra época". No me gusta, pero Negri toca la misma canción que Bové, otro libertario (abiertamente no marxista) de nuestra época: "Por fortuna la bandera del Che y de la revolución china (o vietnamita) ya no se ondea".

No es fácil encontrar una conclusión práctica en Negri

Para quienes se preguntaban con alguna impaciencia qué conclusiones políticas prácticas proponen Hardt y Negri, me queda poco espacio, pero me bastará, porque sobre este punto los autores son muy discretos. "Se espera simplemente la maduración del desarrollo político del posse" (por "posse" los autores entienden, en resumen, el poder: "posse nos lleva de vuelta al poder de las masas", pág. 490). "No tenemos a la vista modelos que proponer". Para el lector corajudo que haya llegado a la página 494 de Imperio, la montaña parió un ratoncito.

Corajudo sagaz en el fondo, el lector hojea ahora las tres últimas páginas consagradas a la definición del "militante" esperando encontrar indicaciones más concretas. "Hay una antigua leyenda que puede servir para iluminar la vida futura del militante comunista: la de San Francisco de Asís". Podemos, por lo tanto, suspirar de alivio. "En la época posmoderna nos encontramos en la situación de San Francisco que a la miseria del poder contraponía la alegría de vivir. Es una revolución que ningún poder podrá controlar (...). En esto consiste la irreprimible claridad y la irreprimible alegría de ser comunista". Fin de la obra y amén.