El Salvador: Negociaciones sin revolución
de Dino Albani

La trayectoria dramática del Comandante Salvador Cayetano Carpio (Marcial), legendario fundador y primer dirigente político-militar de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) cuenta la historia de la guerra civil en El Salvador, del proceso revolucionario más avanzado en la tormenta de la movilización antiimperialista en América Latina en los años 80. El suicidio de Marcial el 12 de abril de 1983 anuncia el destino trágico de la revolución misma.

Después de la caída del régimen de Somoza en Nicaragua y la consiguiente victoria fulminante del Frente Sandinista (julio de 1979), El Salvador vive un ascenso impresionante de las luchas obreras y campesinas, una radicalización de la confrontación social que lleva en octubre de 1980 a la constitución del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) -el comando unificado que agrupa las cinco organizaciones guerrilleras principales del país de las cuales las FPL de Marcial son la expresión más ilustre.

Al otro lado el régimen salvadoreño agudiza la represión, se vincula a la derecha semifascista de D'Aubuissón y toma un camino de la defensa incondicional de la oligarquía capitalista autóctona apoyada por la nueva administración republicana de la Casa Blanca (el 28 de noviembre de 1980 Ronald Reagan salió como ganador de las elecciones presidenciales de los EE.UU. y desencadenaba aquella contraofensiva en todos los campos en la que, finalmente, después de 1989, EE.UU. logran vencer). En el contexto de esa contraofensiva global de los EE.UU., El Salvador constituye sólo una figura de ajedrez, pero al mismo tiempo es campo de batalla decisivo: o se llega a frenar y aplastar la arremetida revolucionaria desencadenada desde Nicaragua o se arriesga su extensión tempestuosa a toda América Latina.

El escenario internacional en los comienzos de los años 80 se caracteriza otra vez por una creciente tensión de la "guerra fría", del paso a las armas y de la confrontación abierta entre EE.UU. y la URSS que se manifiesta paradigmáticamente en el conflicto de Afganistán. Son los años de Solidarnosc y la crisis polaca, de contradicciones cada vez más agudas en el sistema alrededor de la URSS como centro geométrico.

Marcial, en cambio, está convencido de un contexto internacional favorable a la revolución salvadoreña y que el tiempo del ajuste final se está aproximando. En la primavera de 1982 escribe: "En esta época en que el mundo globalmente marcha en el período de transición del capitalismo al socialismo [...] el problema de la liberación está unido indisolublemente al problema de la liberación de las clases explotadas y fundamentalmente del proletariado y el campesinado." (Cuaderno N°1, p. 77) Lo que falta según Marcial es sobre todo una dirección estratégica consecuente, un "verdadero partido marxista leninista, que represente de verdad, en concreto y en la práctica, los intereses de la clase obrera y de sus aliados más fieles". (Cuaderno N°1, p. 77).

Desgraciadamente no era solamente el Partido lo que hizo falta.

Como ya dijimos, cuando El Salvador vive una avanzada en la guerra civil, el imperialismo desencadena aquella contraofensiva mundial que llevará al "nuevo orden mundial", con su actual supremacía indiscutible del imperialismo. La revolución mundial, contrariamente a las expectativas de Marcial, se está acercando a su punto más bajo en una curva descendente. El Salvador ya no es la norma, sino la excepción.

Lo que hoy nos parece tan evidente, en los inicios de los años 80 aparece por lo menos en América Central a una luz muy diferente. El comienzo de la guerra civil, el paso a la guerra de guerrillas de prácticamente todas las organizaciones de izquierda y la fundación de un comando unificado parece a Marcial un éxito indiscutible que confirma la estrategia que ha elegido con tanto coraje a partir de abril de 1970, cuando después de su ruptura con el Partido Comunista cuyo secretario general era, dio vida junto a un puñado de camaradas, a las FPL.

Su estrategia se puede resumir en unos pocos puntos fundamentales:

1. El país está dominado por una burguesía criolla totalmente dependiente del imperialismo e incapaz de jugar cualquier papel progresivo;
2. la revolución salvadoreña será antioligargica y antiimperialista en su primera etapa;
3. esa será llevada a cabo por una alianza de los obreros y campesinos que formarán un gobierno popular revolucionario que procede a la destrucción del estado burgués y a la constitución de órganos de poder popular para la construcción del socialismo;
4. la alianza obrero-campesina necesita una vanguardia revolucionaria consecuente o sea marxista-leninista;
5. la victoria no será ni rápida ni fácil como piensan las tendencias foquistas e insurreccionales, sino sólo posible sobre la base de la estrategia de guerra popular prolongada. (Vea The long war, de J. Dunkerley, Junction Books, 1982, pagina 91-92).

A pesar de la avanzada de las fuerzas guerrilleras, la situación queda terriblemente compleja. El régimen oligárquico protegido por los EE.UU. sigue controlando posiciones fundamentales y está en grado de llevar a cabo contraofensivas terribles, la Nicaragua sandinista está en graves dificultades (no sólo por la contraofensiva de los contras, sino también por sus propias inconsecuencias), la URSS y Cuba, aunque por mediación europea y mexicana, optan por una solución negociada del conflicto en El Salvador y América Central y no parecen dispuestos a ofrecer un apoyo apasionado a la revolución.

Todo esto se refleja en el FMLN y las FPL. Dentro de las FPL estalla un conflicto interno virulento sobre el problema de unas posibles "negociaciones de paz con el régimen en vista de un eventual acuerdo de paz", al mismo tiempo que Marcial intensifica sus esfuerzos para recuperar el terreno perdido en la cuestión de la construcción de un partido marxista-leninista. Se trata de una lucha intensa y dramática que culmina, durante una reunión de la dirección de las FPL en Nicaragua, en el homicidio de Anaya Montes (Comandante Ana María). Marcial es acusado de la autoría intelectual de aquel asesinato sin ninguna prueba y es recluido en su domicilio en Managua por las autoridades sandinistas. Poco después, el 12 de abril de 1983, se suicida.

¿Negociación o revolución? ¿Acuerdos de paz o lucha armada hasta la victoria? Marcial consideraba que se trata de un dilema falso (sostiene que las negociaciones son un aspecto político-diplomático de la revolución armada que debe avanzar) y pone de relieve la tendencia implícita a buscar un compromiso con la oligarquía salvadoreña que perjudicaría para siempre el objetivo supremo de la revolución social. Los hechos van a confirmar sus sospechas.

El 16 de enero de 1992, después de 12 años de guerra, se firman los acuerdos de Chapultepec en Ciudad de México bajo los auspicios del gobierno mexicano, con los cuales el FMLN abandona la lucha armada y entra en la vida civil como fuerza legal.

Mientras tanto en el mundo muchas cosas han cambiado. La URSS y sus satélites han desaparecido, el Frente Sandinista en Nicaragua ha perdido el poder, los EE.UU. invadieron Granada y Panamá, declararon y ganaron la guerra contra Irak.

¿Cuál es la situación actual en El Salvador? El poder sigue siendo en manos de la oligarquía, los principales responsables de las masacres cometidas por ARENA y los escuadrones de la muerte quedan impunes, ningún punto de los acuerdos sobre cuestiones sociales, sobre todo la reforma agraria, han sido llevados a la práctica. Explicando la derrota electoral del FMLN en mayo de 1994, un comentarista muy cercano al FMLN afirmó: "El campesino salvadoreño se fue a la guerra, dio su apoyo logístico, soportó la represión del ejercito y ahora se encuentra otra vez como en los primeros días, sin un pedazo de tierra y sin posibilidades económicas para trabajarla". (Le FMLN à la croisée de chemins, de Sergio Rodríguez Lascano, en Imprecor n. 382, París, julio de 1994)

Aún más. Como en el resto del mundo, la ofensiva capitalista bajo la máscara del neoliberalismo está lentamente destruyendo las últimas conquistas de los obreros y campesinos produciendo una pauperización general. El Salvador no es ninguna excepción en este cuadro. Esto lo comprueban las manifestaciones del último primero de mayo en la ciudad capital donde miles de trabajadores se manifestaron contra la política económica de ARENA (partido de derecha en el poder), contra las privatizaciones, la flexibilidad, el desmontaje del "estado social", las legislaciones antiobreras y la miseria creciente.

La idea de la "revolución negociada", perseguida por los grupos dirigentes del FMLN después de vencer los obstáculos internos, ha terminado en un fracaso sustancial. Marcial tenía razón también en este aspecto. Su desconfianza radical en la posibilidad de emancipar a los obreros y campesinos a través de acuerdos con la burguesía y el imperialismo (en los 60 se hubiera dicho de una vía pacifica al socialismo) la confirman también tantos otros casos latinoamericanos, de Brasil a Guatemala, de Nicaragua a Chile, donde el camino de la negociación de la revolución llevaba a derrotas sangrientas y más o menos vergonzosas. Sólo en Colombia, gracias a la tenaz resistencia armada de organizaciones como las FARC-EP o el ELN, la situación está abierta para tomar otro rumbo -y en esto otra vez se confirma la posición defendida por Marcial. Pero también en Colombia, como antes en El Salvador, lo que parece lo más difícil es justamente el paso del equilibrio estratégico a la ofensiva final. Y esto demuestra de la estrategia revolucionaria de nuestros tiempos está sumamente abierta.

La publicación de los escritos político-militares de Salvador Cayetano Carpio entonces no solamente quiere rendir un homenaje a este valiente luchador sino también estimular la busca del camino justo para esa victoria final sobre el capitalismo y el imperialismo por la que tantos revolucionarios y humildes proletarios han caído.

Estamos convencidos que así no sólo podemos servir a la revolución mundial sino también a la memoria de Salvador Cayetano Carpio.

¡Hasta la victoria siempre Comandante Marcial!

Corriente Leninista Internacional
Roma, julio de 1999