Red Palante! | Colectivo León Zuleta
La homofobia es antidemocrática
Colectivo León Zuleta
En Colombia, la homofobia, como expresión concreta
del patriarcalismo y el machismo y como parte de los mecanismos de
opresión sexual y de dominación cultural de la burguesía, es uno de los
vejámenes que más sufre nuestro país, sobre todo porque goza de cierta
aceptación social, respaldada ampliamente desde el estado y la Iglesia.
La homofobia ha cobrado la vida de cientos de personas en crímenes de
odio que han quedado en la impunidad, muchos de ellos cometidos por
agentes del estado en “limpiezas sociales” de la mano de grupos
paramilitares.
Además, la homofobia se mantiene y se reproduce ayudada de toda una
estructura de discriminación que afecta todas las esferas de la
sociedad y que se expresa en formas abiertas de exclusión en la
familia, la escuela, los espacios públicos, en los espacios laborales,
la participación política, etc.; así como también en formas solapadas y
sutiles de estigmatización con que los aparatos ideológicos impulsan la
marginación de quienes ejercen y hacen expresas sus identidades de
género y orientación sexual distintas a las hegemónicas.
La homofobia es una de las principales trabas para el ejercicio de
derechos adquiridos. A pesar de los reconocimientos que han dado las
altas cortes a los derechos básicos de la población LGBT, su ejercicio,
que supone una exposición pública de su condición, se enfrenta a la
agresión homofóbica, a veces explícita, otras velada, que se dan en la
esfera laboral, escolar, familiar, etc.
El gobierno colombiano y la mayoría uribista en el Congreso de la
República, consecuente con su talante conservador y retardatario, se
esfuerza en no reconocer ningún tipo de derechos para la comunidad
LGBT. Por el contrario, algunas veces de manera abierta, y otras de
manera vergonzante, se ha opuesto a iniciativas legislativas que
avanzan de manera progresista en estos temas.
Los avances que se han logrado en el reconocimiento de derechos para la
población LGBT, han venido de los fallos de las altas cortes judiciales
que han permitido el ejercicio de derechos en temas patrimoniales, de
salud y pensión. Así mismo los progresos también se han dado en el
marco de gobiernos locales, fundamentalmente de izquierda. En el caso
de Bogotá, tanto en la anterior como en la actual administración, se ha
avanzando en tener una política pública y recursos, aún deficientes,
para ejecutar desde el gobierno distrital en beneficio de la población
LGBT, gestión que no ha contado con la aprobación de la mayoría del
Concejo de Bogotá, donde dominan los sectores uribistas ligados a la
iglesia católica y a otras denominaciones que se han opuesto
radicalmente a estos temas.
La lucha contra la homofobia requiere, además de herramientas
legislativas que avancen en el reconocimiento en derechos y penalice la
discriminación por razones de orientación sexual e identidades de
género, el diseño, concertación y puesta en marcha de una política
pública de estado, con recursos suficientes para combatir las
condiciones materiales y culturales en que se desarrolla la homofobia.
Por supuesto que al centro de estas necesidades se encuentra la
construcción de un movimiento social LGBT que impulse de manera
unificada estas reivindicaciones, que asuma, desde su diversidad, la
tarea de movilizar no sólo a la comunidad LGBT, sino a la opinión
pública en general y que entronque sus luchas con las exigencias
democráticas de la sociedad.
La lucha contra la homofobia es parte inherente de la lucha por la
democratización de la sociedad, en oposición al actual régimen que
encabeza Álvaro Uribe Vélez y como tal tienen un importante lugar en la
consecución de un gobierno democrático. Vincular al movimiento LGBT al
torrente de la lucha democrática, es la manera más adecuada de avanzar
en la construcción de una sociedad diversa, respetuosa y democrática
para el disfrute de todos y todas.