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Los homosexuales también van al cielo

En Colombia, Estados Unidos y otros países, el tema de los derechos homosexuales ha ocupado la atención de la opinión pública. En medio de signos contradictorios, las comunidades gay van ganando terreno en la conquista de sus derechos.

Por: Ricardo Arenales
Publicado en Voz, 10 de septiembre de 2003

En escenarios distintos, el tema de los derechos de la comunidad gay ha sido motivo de enconadas discusiones en las últimas semanas en distintos medios de comunicación nacionales e internacionales.

Un primer "escándalo" se produjo hace unas semanas, y amenazó con un cisma en la Iglesia Anglicana de los Estados Unidos, que cuenta con 2.3 millones de fieles, cuando el pasado 3 de agosto se anunció que los 835 miembros de la Cámara de Representantes de la Convención General, máxima autoridad jerárquica de esa comunidad eclesial, había decidido, por amplia mayoría, designar como nuevo obispo al reverendo Gene Robinson, de 56 años de edad, quien es conocido, además de su vida piadosa, por sus preferencias homosexuales.

Robinson, quien inicialmente había contraído matrimonio con una amorosa mujer, como es de usanza en las iglesias no católicas, abandonó a su consorte y desde hace trece años hace vida marital con Mark Andrew, un apuesto galán de ojos azules, que se ha constituido en el verdadero amor de su vida. Dios en el cielo y Mark en la tierra -mejor dicho, en la cama-, fueron sus metas. A pesar de sus preferencias sexuales, el 7 de junio fue proclamado obispo de la Iglesia Anglicana.

Y ahí se armó la de Troya. Al nuevo prelado se le acusó de ser un demonio en la tierra. Usuario de una página web de juegos eróticos o de incurrir en ciertos "acosos" a sus fieles, concitó la protesta de varias comunidades anglicanas de Malasia y África, además de las más conservadoras de la Gran Bretaña y Estados Unidos. "Esto va contra la Biblia", dijeron otros pontífices y hasta el jerarca máximo de esa Iglesia, el arzobispo de Canterbury, no ocultó su preocupación. Sin embargo, la mayoría de los obispos anglicanos confirmaron su decisión y pese a las presiones conservadoras, los cristianos en el mundo contamos con el primer obispo gay desde los tiempos de la Creación y del Paraíso terrenal. ¡Alabado sea!

En Colombia, en cambio, las comunidades homosexuales, que no son pocas, ni una ínfima minoría como se les pretende presentar, no contaron con la misma suerte. Un proyecto de ley, radicado en el Congreso por la senadora liberal Piedad Córdoba, que perseguía conferir nuevos derechos a las parejas homosexuales, atendiendo al principio de igualdad consagrado en la Constitución, fue hundido por las mayorías reaccionarias y retrógradas de esa cámara legislativa.

La iniciativa de la senadora liberal buscaba asegurar derechos a heredar los bienes de la pareja, ingresar como usuarios del régimen de seguridad social y recibir la pensión de sustitución, entre otras prerrogativas, a la pareja supérstite de una relación homosexual. Era colocarse a tono con las tendencias progresistas del mundo. Pero esta vez no se pudo. Ganó la intolerancia, se impuso la línea conservadora y retardataria, la misma que se atraviesa como un burro muerto en el camino del acuerdo humanitario que reclama la sociedad colombiana en el actual conflicto.

No todo sin embargo está perdido. En Colombia, las comunidades gay han ganado espacio político, han ganado audiencia. Y en el mundo han ganado a su primer obispo, que les garantizará que, después de muertos, tras el duro trasegar por esta tierra, se harán acreedores a un sitial de paz y comprensión en el reino de los cielos.