Centralismo democrático

El centralismo democrático es un principio leninista de organización de un Partido revolucionario y pilar fundamental para la adecuada funcionalidad de éste.

Es un principio adecuado a las condiciones de clandestinidad, liga a la dirección con las masas, le permite al Partido la centralización de la información de todas sus estructuras, el análisis e interpretación de la misma y la adecuada implementación de las directrices de su dirección, esto quiere decir que la dirección recoge las ideas dispersas y no sistematizadas de las masas y las transforma en ideas estructuradas mediante el análisis marxista y las lleva a las masas, donde las difunde y las explica, para que las masas entiendan estas ideas, las hagan suyas y sean traducidas en el accionar político-militar del Partido y así repetidamente, vuelve a recoger esas
ideas no sistematizadas y las transforma en ideas claras que las masas convierten en acciones concretas. Esto es infinito, permite la transformación de las ideas enriqueciéndolas y perfeccionándolas. Sólo así la dirección puede dar alternativas justas y correctas.

Su carácter democrático se refiere a dos aspectos: uno general y otro particular. El primero es la supeditación de la minoría a la mayoría; esto quiere decir que la minoría debe acatar la decisión de mayoría y puede presentar en la próxima reunión el tema en discusión. Al nivel particular se refiere al derecho de todos los militantes del Partido de ser tomados en cuenta respecto a las propuestas políticas que hagan a la dirección del Partido, a ser promovidos en su cargo y a ser elegidos para dirigir diversas colectividades cuando cumplan los siguientes requisitos mínimos: Ser un cuadro político-militar fiel al Partido, tener una estrecha relación con las masas, mostrar capacidad para orientarse independientemente en toda situación y haber cumplido con las normas y estatutos del Partido.

A lo largo de la historia de los movimientos y partidos revolucionarios, este concepto ha sido interpretado en forma errónea, y estas interpretaciones han tenido que ser derrotadas una y otra vez en el seno de los Partidos revolucionarios marxistas-leninistas.

La desviación que ha sobrevivido durante más largo tiempo es el ultrademocratismo. Éste es el reflejo de la aversión de la pequeña burguesía a la disciplina, desintegra la organización del Partido y debilita e incluso destruye la capacidad combativa del mismo, se traduce en la de “someter todo asunto primero a la discusión de los niveles inferiores y luego a la decisión de los niveles superiores”. Debemos ver que este tipo de ideas se dan en la práctica en partidos políticos capitalistas en forma de “consulta a la base” y es reflejo del divorcio que existe entre la dirección y sus masas.

Si, como explicamos antes, la dirección está ligada a las masas y ha interpretado correctamente la realidad y dado alternativas adecuadas, el único aspecto democrático es la confianza entre camaradas, ante la imposibilidad de acuerdo a la clandestinidad de conocer el currículum de nuestros compañeros y realizar una votación general.