Recordando a Amílcar Cabral, líder anticolonialista de Guinea Bissau
Ulises Estrada
Lescaille
Tricontinental
Amílcar continuó sus esfuerzos por la liberación del colonialismo mediante la lucha armada. Su empeño fue tal que se convirtió en un obstáculo insalvable para la política colonial. Los principios que defendía también afectaban los intereses imperialistas. Por eso decidieron eliminarlo. El 1ro de enero de 1973, cuando ya la victoria era irreversible, fue asesinado por militantes traidores reclutados por los portugueses, los cuales pagaron ante la justicia revolucionaria su crimen.
Mestizo, delgado, de mediana estatura, con espejuelos de armadura oscura, de andar erecto y rostro iluminado por una sonrisa. Fue uno de los más preclaros líderes fundadores de la nacionalidad africana. Aunque no era comunista, tenía vastos conocimientos del marxismo- leninismo. Leyó a los grandes filósofos de la humanidad.
Dirigente político y militar, abrazó la guerra de guerrillas como vía fundamental para liberar a su pueblo del colonialismo portugués. No se concentró en el combate anticolonial en Guinea Bissau, sino que lo extendió también a Cabo Verde, isla poblada fundamentalmente por mestizos con un alto nivel cultural y económico. Esta operación se frustró por razones de seguridad, y Pedro Pírez, jefe del grupo caboverdiano se incorporó con su comando al combate en Guinea Bissau.
Fue solidario, además, con las batallas que se libraban en las restantes colonias portuguesas. Artífice de la unidad interna, se enfrentó a las tendencias tribales, religiosas y regionales que dividían a su país. A todos los llevó a combatir juntos por la independencia, sentando las primeras bases del sentimiento nacional.
Amílcar Cabral, nacido el 12 de septiembre de 1924, en Bafatá, Guinea Bissau, marchó con su familia a Cabo Verde a los ocho años de edad, donde cursó la enseñanza media en la escuela San Vicente. En 1945 viajó a Lisboa para estudiar en el Instituto Superior de Agronomía, con excelentes resultados docentes. En 1950 se graduó de ingeniero y regresó a Bissau a trabajar en su profesión por cuenta del gobierno portugués.
En Lisboa, junto a otros estudiantes de las colonias portuguesas, dedicó sus esfuerzos a la búsqueda de las raíces africanas y revitalizó, con ese objetivo, la Casa de África, a la vez que fundaba el Centro de Estudios Africanos. Luego de trabajar en la Estación Agrónoma de Lisboa, regresó a Guinea Bissau y recorrió el país. A su paso, conoce de cerca la explotación colonial de que eran víctimas los campesinos y el pueblo guineano en general. Por sus ideas políticas en 1955 es expulsado de Bissau y se incorpora a la organización y lucha del movimiento independentista en Angola. Posteriormente organiza el Partido Africano para la Independencia (PAI), que luego adopta el nombre de Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC).
Amílcar no cesa en su batallar y a través del PAIGC inicia la guerra de guerrillas en Guinea Bissau el 23 de enero de 1962; ya en 1965 combatían en los frentes norte, sur y este del país. Mantuvo siempre, con toda claridad, la ideología revolucionaria, antimperialista, anticolonialista, contra el apartheid y todas las formas de racismo y discriminación que, derivadas de este, existían en aquellos momentos en el continente africano, al sur del Sahara.
Es a finales de 1964 que conoce al comandante Ernesto Che Guevara en la República de Guinea (Conakry), a quien explica en detalle la causa que defiende, y solicita el apoyo directo de Cuba con respecto a instructores militares, uniformes, medicinas e instrumentos agrícolas para cosechar la tierra en las zonas liberadas.
En enero de 1966 participa como fundador de la I Conferencia Tricontinental, en La Habana. Su discurso fue una clara exposición de la situación política, económica y social existente en el continente africano y la lucha que libraban los pueblos en las colonias portuguesas. Allí se reúne con el Comandante en Jefe Fidel Castro, quien de inmediato se solidariza con sus pronunciamientos y acción y lo invita, en compañía de Oscar Oramas, funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores que servía de traductor, a recorrer las montañas del Escambray, uno de los escenarios de la lucha contra la dictadura batistiana, a la vez que le traslada las experiencias vividas en los combates en las montañas, ciudades y llanos, y la resistencia del pueblo cubano a las agresiones diversas del imperialismo estadounidense.
Cubanos en Guinea
Oramas fue designado posteriormente embajador de Cuba en la República de Guinea con la tarea principal de atender las relaciones con el PAIGC, mientras que a mí, como oficial de la Inteligencia cubana vinculado al apoyo a movimientos de liberación nacional, el comandante Manuel Piñeiro me asignó la misión de llevar en abril de 1966, en la motonave cubana Uvero, la ayuda solicitada por Amílcar y otras prometidas por el Che a diferentes movimientos de liberación nacional. Paralelamente se unen al PAIGC los primeros tres médicos y asesores militares cubanos, quienes participan en el primer combate contra el ejército portugués el primero de mayo de ese año.
Una vez concluida la misión en el Uvero, en noviembre de 1966, a pesar de la preocupación de Amílcar -que no se encontraba en el país-, por temor a la muerte o captura de uno de nosotros en los frentes de batalla, me uno a las guerrillas comandadas por Domingo Ramos, comisario político del PAIGC, en la primera operación militar de envergadura en la que participan los instructores militares cubanos, bajo el principio de convertir el combate en una escuela.
Así, en el Frente Este, atacamos el cuartel de Madina Boé, una fortaleza muy bien protegida por los tugas (portugueses) con el apoyo de miembros de la tribu fula, que eran los que estaban en la superficie, ya que los soldados estaban en trincheras bien cubiertas o bajo tierra.
Me encontraba al lado de Domingo, quien con la mitad de su cuerpo cubría el mío para protegerme, cosa que no pude evitar, y abrimos fuego con un cañón B-10 desde una pequeña elevación situada a unos 600 metros del cuartel. Los portugueses tenían colimada la zona y respondieron con certeros disparos de mortero, mientras nosotros continuamos haciendo fuego con el cañón sin retroceso, ametralladoras y fusiles.
Un rato después de iniciado el combate, sentí que corría por el lado derecho de mi espalda un líquido caliente y pensé que estaba herido por uno de los morterazos que caían a nuestro alrededor. Era Domingo, sangraba copiosamente. Tomé su cuerpo en unión de otro compañero y lo condujimos al puesto médico, situado a unos cien metros de la zona de combate. El médico cubano me informó que había fallecido. No podíamos dejar el cadáver del dirigente guineano en manos portuguesas. Tomamos su cuerpo y en un camión nos trasladamos a través de sembrados de arroz hacia la frontera con Conakry. Llegamos a Boké, donde se encontraba el puesto de mando fronterizo y entregamos su cadáver al compañero Arístides Pereira, para que pudieran darle sepultura y rendirle los honores que merecía este luchador, que fue uno de los primeros altos jefes del PAIGC en caer en combate.
Los cubanos continuaron combatiendo junto al PAIGC en numerosas acciones militares. Nueve de ellos entregaron allí su sangre generosa: Raúl Pérez Abad, Raúl Mestres Infante, Miguel A. Zerquera Palacio, Pedro Casimiro LLopins, Radamés Sánchez Bejerano, Eduardo Solís Renté, Felipe Barriendo Laporte, Radamés Despaigne Robert y Edilberto González.
Las zonas liberadas crecían por día. Amílcar continuó sus esfuerzos por la liberación del colonialismo mediante la lucha armada. Su empeño fue tal que se convirtió en un obstáculo insalvable para la política colonial. Los principios que defendía también afectaban los intereses imperialistas. Por eso decidieron eliminarlo. El 1ro de enero de 1973, cuando ya la victoria era irreversible, fue asesinado por militantes traidores reclutados por los portugueses, los cuales pagaron ante la justicia revolucionaria su crimen.
Nueve meses después, Guinea Bissau obtenía su independencia nacional. Aquel hombre que había sabido llevar a su pueblo a la guerra liberadora, en un país empobrecido, de menos de un millón de habitantes, dividido en unos 20 grupos tribales, ofrendó su vida a cambio de un futuro mejor e independencia para sus hermanos. Sus ideas han quedado grabadas para siempre en aquellos que se mantienen leales a su pensamiento, a su valeroso ejemplo y se proponen hoy construir una Guinea unida, enfrentarse a la pobreza y alcanzar un escalón más alto en la vida de sus hombres y mujeres.