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Crítica cinematográfica

Billy Elliot

Por: Ekintza Gorria


Billy Elliot me encantó.

Desgraciadamente, y como suele pasar en todo en la vida, el público se quedó con la parte lagrimal y olvidó el problema social y laboral que embriaga la película.

Quizás alguien señala el asunto homosexual que toca la película. Claro, ser sensible con el tema homosexual está de moda.

Pero ser crítico con la política, el tema laboral y la injusticia social no es un buen tema para charlar en los momentos de ocio (por supuesto, para eso es necesario ejercitar las neuronas).

El director no se libra de mi crítica. Utiliza la problematica social de ese momento para dar mayor dramatismo a la historia de un "prodigioso empeine masculino".

Sin embargo, quizás avergonzado por esta utilización fácil y su poca profundización del tema, crea escenas memorables llenas de ritmo interpretativo y de belleza visual: la escena de los obreros descendiendo a la mina, las escenas de la policía persiguiendo a los trabajadores (paracen sacadas de videos de los Madness), las imágenes de los trabajadores contra los esquiroles... (y pocas más, desgraciadamente) son dignas de elogio.

Según el dicho popular "más vale una imagen que mil palabras". Estas escenas deberían haber llegado a todo el público de ese que va a ver las pelis nominadas a los Oscar (para luego poder ir de entendido en cine en las cenas de rigor), pero desgraciadamente impresiona más un tutú y la cara enfermiza de un niño con zapatillas de ballet, que alguien que se encierra en lo más profundo de la tierra sin luz toda su vida para arrancar de Natura la poca riqueza que le queda para cuatro espabilados.

También me pregunto por qué se elimina de ese final esperanzador en que alguien consigue realizar su sueño a todos esos trabajadores que sin tener apenas dinero para comer o para cuidar a su familia se lo dan a un niño para que pueda cambiar su destino. Estas personas sin futuro, con sueños rotos, quizás ven su vida reflejada en los sueños del niño bailarín. ¿Por qué el director los saca de la escena final? ¿Tampoco cree que vale la sangre vertida en las minas para que sus hijos tengan un futuro?

A pesar de todo esto me encantó la película y la recomiendo, pero como para decir cosas buenas siempre hay voluntarios me rasgo la camisa y les digo a los buitres:

Aún hay muchos niños bailarines en todo el mundo, muchos trabajadores oprimidos, muchos homosexuales incomprendidos. ¿Nosotros que tenemos más que los vecinos de la sencilla ciudad de Billy damos o hacemos algo por ayudar a alguien? Que cada uno se mire dentro.

Por supuesto que como buena ambientacion de los años ochenta, no puede faltar la estética obrera inglesa con Martens, polos Fred Perry, donkey jackets mezclada con el boxeo y con los Clash, T Rex o The Jam.

He dicho.