Zuek Erreformistak….
El pasado lunes, representantes de la izquierda abertzale, entre ellos dirigentes históricos como Rufi Etxeberria y Rafael Díez, suscribían un acuerdo con el partido Eusko Alkartasuna (EA) y su dirigente Pello Urizar, por el cual sentaban las bases para una futura «unidad de acción», que podría traducirse en una candidatura electoral conjunta. Este paso viene a sumarse al documento «Zutik Euskal Herria» (En pie Euskal Herria) publicado hace varios meses, y a las «Bases para un Acuerdo Democrático», de mayo. El acuerdo suscrito por EA y la izquierda abertzale apunta también a dos puntos a considerar: la necesidad del cese de la violencia, y la resolución del conflicto a través de la aplicación de los Once Puntos del senador Mitchell.
La apuesta viene a ser un «jaque mate» de los sectores más indeseables de Herri Batasuna por «copiar» (sí, textualmente, copiar) el modelo irlandés de Proceso de Paz. No deja de ser sorprendente el pacto con un partido como es Eusko Alkartasuna, que ha tenido cuatro veces en los últimos 20 años el «privilegio» de ocupar la Consejería de Justicia del gobierno vasco, siendo sus ocupantes por este orden Javier Caño Moreno, Sabin Intxaurraga Mendibil durante dos legislaturas consecutivas, y Joseba Azkarraga, del 2005 al 2009 en la pasada legislatura.
Eusko Alkartasuna ha sido por tanto partido bisagra y engranaje del «modelo agotado» y el «marco impuesto» de la Comunidad Autónoma Vasca, que tantos y tantos años lleva denunciando la izquierda abertzale. Su afán reciente de volverse «más rojillos» no responde a otra cosa que el constante castigo recibido por los electores debido a su total seguidismo del PNV y a su cómplice silencio con las ilegalizaciones. Pero han doblado la apuesta así todo. Como puede comprobarse, de un partido escindido del PNV que le ha hecho el juego al Estado y al gobierno vasco durante 25 años podría esperarse bien poco, pero no así de la izquierda abertzale, cuya tradición de compromiso inquebrantable y de lucha abierta dura los mismos años que la trayectoria lamebotas de Eusko Alkartasuna.
Llevamos un tiempo escuchando voces a lo largo y ancho de Euskal Herria que claman por un proceso similar a éste o igual, y ya el documento «Zutik Euskal Herria» nos puso en guardia a todos. No son las únicas voces, pero son las que más se esfuerzan en gritar y, lo más triste de todo, en callar a las demás, como es el caso de organizaciones como Kimetz o un gran sector del LAB. Desde la propuesta de Anoeta en 2005, el abecé del discurso político de algunos viene girando entre la crítica al «dogmatismo violento» (sic) de algunos y el liquidacionismo de otros, para quienes «ya no existe otra alternativa y se han agotado todas las vías de lucha».
Claro está que los esfuerzos represivos del estado español y sus Fuerzas de Seguridad, especialmente contra la juventud vasca y sus organizaciones como Segi o Haika ha dado sus frutos, pero no se trata únicamente de esto. Da la casualidad que quienes critican el «dogmatismo violento» olvidan que ellos llevan defendiendo una única apuesta política durante cinco años en los que las condiciones objetivas y subjetivas de la lucha en Euskal Herria han pasado por numerosas y contrapuestas etapas (proceso de paz de 2005-2006, negociaciones fallidas, su ruptura, ilegalización y persecución masiva, rearme de ETA). En mi pueblo, cuando una persona defiende a capa y espada una apuesta táctica invariable en función de las condiciones que se dan, es a quien llaman dogmático, y no al revés.
Por otro lado, parece que algunos pretenden, como hizo el Sinn Fein en Irlanda del Norte, aniquilar todas las reivindicaciones históricas del MLNV. Esto no es una opinión, es un hecho constatable a partir de los recientes acuerdos y documentos. Por un lado, aún no he visto una sola mención a la territorialidad en ellos (la unión de los cuatro territorios vascos que permanecen dentro del estado español, incluida Navarra). Por otro, la amnistía se ha convertido de golpe y porrazo en «amnesia» y aquí nadie dice ni pío, ni Etxerat, ni el EPPK, que ya bastante tiene con expulsar de sus filas a traidores a un ritmo más que alarmante.
Además, quienes abanderan el actual proceso olvidan una cuestión fundamental: Históricamente, la seña de identidad de la izquierda abertzale ha sido que Euskal Herria necesita un marco político propio, donde desarrollarse hasta conseguir el derecho de autodeterminación y la independencia. Del socialismo ya ni hablamos, porque eso sí que es una reivindicación a la que ya pocos atienden. Pero aceptándolo tal cual, ¿qué clase de marco político propio nos pretenden vender los malabaristas estos que va a conseguir Euskal Herria aplicando unos principios desarrollados por un senador republicano de los EEUU y copiados de otros procesos de paz como Irlanda, El Salvador o Colombia? Y aún más, ¿acaso no son capaces estos señores de analizar las consecuencias que dichos procesos de paz han tenido?
En el caso irlandés, a 12 años de su firma, ninguna de las reclamaciones históricas ha sido conseguida, en El Salvador, lo que antes fue una guerrilla que puso contra las cuerdas al Estado e iluminó el camino a los pueblos de Centroamérica hoy es un partido socialdemócrata en el gobierno, y en el caso de Colombia, el proceso sencillamente fracasó porque las FARC, a diferencia del IRA, se negaron a entregar sus armas sin condiciones al gobierno Pastrana. ¿Es esto el tan cacareado «atxikimendu» con el que unos cuantos llevan dando la murga cinco años? Mucho ruido para tan escasísimas nueces.
Por su parte, el Estado da una de cal y otra de arena en apariencia, pero si acercamos el prisma con el que analizamos la realidad, quedan claras algunas cosas. Es cierto que el grado de represión de Ares, Rubalcaba y sus compinches no ha descendido un ápice contra las fuerzas combativas de todas las organizaciones políticas de Euskal Herria, pero también es cierto que eso no entra en contradicción directa con «premiar» a los 26 presos traidores que han abandonado las filas del EPPK y han denunciado la violencia, acercándolos a prisiones próximas a Euskal Herria o directamente dentro de la Comunidad Autónoma Vasca, como es el caso de la cárcel de Álava. Sencillamente deja bien a las claras cuál es la postura del Estado ante el conflicto vasco desde el año 1978. Por las buenas, un azucarillo y alguna poltrona quizá, por las malas, «leña al mono».
Los argumentos a favor de esta aberración, al menos a mí, me resultan cada día más desconcertantes. Unos dicen que no hay camino ya por recorrer al margen de las instituciones y de la negociación. Teniendo detrás de ellos a uno de los pueblos más movilizados de Europa, a unas organizaciones de base combativas y capaces de lanzar a la lucha a miles de personas, ¿de qué estamos hablando? El nivel combativo ha descendido en los últimos años, y cerrada la vía de la lucha juvenil, no queda nada, nos dicen. Voy a hacer una modestísima aportación al MLNV. Con el actual contexto de crisis económica y proletarización cada vez mayor de la sociedad, ¿qué tal apostar por la lucha social?
El sindicato abertzale LAB lleva tres años y medio sin convocar una sola movilización a gran escala en solitario, puesto que tanto en los sucesivos 1 de Mayo como en las huelgas de funcionarios y en las protestas por la redada en su sede en Guipuzkoa ha ido de la mano de ELA, e incluso de CCOO y UGT. ¿Se trata, pues, de una situación de desesperación absoluta o de falta de voluntad política para explorar otros caminos? En mi opinión, se trata de lo segundo.
Si por otra parte el mero hecho de imitar un ejemplo externo como es el irlandés ya es un punto negro para quienes, como decíamos antes, se han distinguido siempre por defender tácticas, estrategias y vías de actuación autóctonas y propias de Euskal Herria, y un proyecto político autónomo y claramente diferenciado del resto para ésta, más aún lo es si tenemos en cuenta que las condiciones objetivas en Euskal Herria son mucho más maduras para la revolución y la lucha que en Irlanda del Norte. Sencillamente, si comparamos las migajas obtenidas por el IRA, el PIRA y los Fenianos del proceso de paz, verificaremos que todas ellas existen ya hoy en Euskal Herria: el reconocimiento del euskera como lengua, el gobierno autonómico, la policía autonómica…
¿Qué reivindicaciones pueden poner sobre la mesa, en un momento de debilidad, las fuerzas políticas transformadoras vascas que el Estado pueda y vaya a aceptar? Sencillamente ninguna.
La equiparación de la violencia de ETA con la violencia ejercida por el Estado es otro punto de los recientes documentos que en mi opinión llega a tales extremos de repugnancia que no admite ni comentario. Sencillamente, recordaré que si ETA se fundó en 1959 fue precisamente a consecuencia de la violencia que ejercía aquel «tiempo político pasado» del que nadie se quiere acordar contra los pueblos del Estado y en concreto contra Euskal Herria. Ahora que no nos vengan con cuentos. Ciego hay que estar para creer que el momento táctico idóneo para entrar en unas conversaciones de paz es el momento de mayor debilidad posible de una de las partes. Eso no es un proceso de paz, es una rendición incondicional.
Muchos desearíamos ver una Euskal Herria en paz, pero eso tiene unos caminos y soluciones (el respeto a las decisiones, y el derecho a decidir, del pueblo trabajador vasco, el cese de la represión, unas condiciones igualitarias en derechos y deberes para las partes negociadoras y otras muchas) y no por la de la rendición. Así las cosas, se hace necesario denunciar en todos los ámbitos a los oportunistas y a los traidores, tanto dentro de la izquierda abertzale y sus frentes políticos, como dentro del colectivo de presos, o de las organizaciones de base.
Nuestra rendición jamás la veréis.
Revolución cultural
Con todos los respetos. Me parece que te has perdido algunos capitulos de la historia. ¿Quien podría decir hace 5 años que hoy estaríamos codeandonos electoralmente (con todo lo que ello supone) con la que ha sido la fuerza hegemónica en la CAV? Esto significa, a mi entender, cotas de poder que el movimiento popular deberá gestionar de manera delicada pero atrevida para, paso a paso, ir avanzando hacia la estrategia marcada y no modificada, desde hace años. La lucha armada ha sido una herramienta en el camino, un medio. No mas.
Por otro lado no lo entiendo y me parece una actitud no acertada llamar traidor a personas que estan en la carcel por motivos politicos y despues de muchos (demasiados) años visualizan la lucha de otra manera. Una cosa es estar de acuerdo o no, y otra el insulto (cosa que por ejemplo no ha realizado el EPPK).
Aquí nadie se ha rendido. Iraultza Demokratiko Nazionala aurrera!
osatasuna!