Gabriel Antonio Goyeneche y las elecciones presidenciales actuales en Colombia
Conocí a Gabriel Antonio Goyeneche en la Universidad Nacional de Bogotá cuando ingresé en ella. Era 1967 y el aire universitario estaba cargado con las ideas premonitorias provenientes de los países desarrollados, que presagiaban la revolución mundial de 1968. También en el aire se mezclaban brisas tropicales procedentes de las selvas vietnamitas, de las “montañas de Colombia” y de los colosales Andes del arcabuco boliviano del Ñancahuazú.
Sin embargo, en la ciudad universitaria llamada familiarmente por los estudiante “la Nacho”, un hombre único y excepcional enfrentaba solo el temporal internacional, vendiendo su candidatura presidencial “al solio de Bolívar” en unas hojitas al precio de un níquel (0,5 Cvos), en donde anunciaba sus grandes proyectos de gobierno, abrumadores por el sentido común de sus soluciones.
Es posible unir la costa Caribe con Bogotá, explicaba el Dr. Goyeneche, más fácil y barato que el ferrocarril a Santa Marta y la carretera paralela al Mar, propuestas por el presidente Lleras Camargo. Simplemente utilizando el agua y la arena que tiene el río Magdalena, se le agrega el cemento y una vez seco se tiene una hermosa y natural vía cementada al Caribe. Además, el día de mi posesión presidencial (lo decía con gran convicción) haré poner una marquesina sobre el centro de Bogotá, para que la lluvia no agüe los festejos populares de ese histórico día nacional.
Si, gritábamos los estudiantes fascinados por su manera original de pensar: «¡Goyeneche a la presidencia de Colombia!». Y hubo quien justificó su explicación con argumentos económicos de la época: esa puede ser la forma más conspicua para concluir el proceso económico de la creación del mercado interno “nacional”, propuesto en esos días por el Otro presidente de la familia Lleras: el Restrepo.
Pero había algo en su figura que nos preocupaba: Sus labios color vinotinto carnosos e hinchados o protuberantes, sus orejas grandes típicas de un orejón sabanero cundiboyacense, sus cabellera francamente escasa, peinada de manera descuidada y rala a lado y lado de su prominente cabeza, con un mechón desordenado sobre su abombada frente, y sus ojos grandes de buey, que a pesar del brillo inteligente, daban una apariencia de mansedumbre a todas luces inconveniente e incompatible con la agresividad que debe tener un presidente de Colombia.
No importa, nos dijo, tengo un buen vestido de paño azul con rayas blancas largas, uso corbata de moda con camisa de cuello almidonado que compré en 1958, con unos pesos ahorrados con mi sueldito de maestro de escuela rural en Boyacá, antes de venirme a Bogotá desplazado por la violencia, y además, agregó con vanidad: las fotos sólo muestran el exterior del ser humano.
Fue así como poco después, en 1970, se inscribió como candidato a la Presidencia por el grupo revolucionario liberal “Los días mejores están por venir“, para la “contienda” electoral entre el ex dictador y ex general Rojas Pinilla, y Misael Pastrana Borrero.
Contienda electoral aciaga que todos conocimos: Gabriel Antonio Goyeneche (contra todo pronóstico) sólo obtuvo 33 votos. Al ex dictador y ex general Rojas Pinilla, alias «El Tigre» Noriega le cambió los votos del departamento de Nariño para que ganara Pastrana como candidato impuesto por el Frente Nacional bipartidista liberal-conservador.
Al otro día de los “escrutinios oficiales”, Goyeneche hizo una ronda con los estudiantes en el patio de la facultad de Ciencias Humanas conocido como el jardín de Freud, y con el hechizo de su lógica argumentó: “33 votos son una cábala. 33 años tenía Jesucristo cuando murió en la cruz. Esto quiere decir que los grandes días están por llegar». Y en eso no se equivocó don Gabriel Antonio: los grandes días para Colombia llegaron a continuación.
Sin embargo, su característica obstinación y su optimismo electoral irreducible por llegar al solio de Bolívar ningunas elecciones lograron derrotarlas. Continuó presentando su nombre como candidato presidencial por el grupo revolucionario liberal “Los grandes días están por venir“ en las sucesivas elecciones presidenciales. Pero inexplicablemente (para mí) sin ganar el voto, ni el favor, de las masas electorales de Colombia.
Finalmente, tantas derrotas electorales acumuladas minaron su salud física, mas no su voluntad que siguió intacta. Ya enfermo grave en 1978, en su lecho de la muerte influyó sobre unos universitarios convencidos aún por su optimismo y su voluntad, para que inscribieran su candidatura presidencial bajo la consigna: «Colombia está en el hoyo, vota por Goyo».
Pero un azar inexplicable y absurdo, determinó que Goyo fuera al hoyo antes de las elecciones, y sin ver colmada sus aspiraciones de transformar profundamente la vida de los colombianos, pavimentar el río Magdalena y posesionarse como Presidente cubriendo a Bogotá (y la tan apetecida silla presidencial) con una marquesina posiblemente hecha con cristal importado de Bohemia.
La muerte prematura de Goyeneche sin duda fue una tragedia para Colombia, y hoy ante la comedia de las elecciones presidenciales que se avecina para reelegir a Uribe Vélez o su designado, y a la vez conformar un bloque reaccionario de larga duración entre los candidatos del Partido Liberal y del PDA con el fin de defender el pacto de silencio del “bipartidismo ampliado” que se firmó en la Constitución de 1991, me obligan a reflexionar sobre la oscura y extraña dialéctica contenida en la manida frase de cajón, de que la historia unas veces se presenta como tragedia y otras como una comedia.
Excelente radiografia de la realidad colombiana. Muy bien
Algunas imprecisiones como la denominación del jardín de Freud que fue terminando la década de los setenta y la etiqueta nacho no apareció antes de 1994 en sectores externos. La marquesina era permanente y la pavimentación del Magdalena era del ducto no de la ribera
Estimado señor Pinzón, gracias por sus escritos acerca de Antonio Goyeneche, aparentemente mi pariente lejano sufría de alguna clase de bipolaridad, bien parece con una obsesión por la presidencia. Afortunadamente era un obsesivo inofensivo y de todas maneras logró un lugarcito en la pintoresca historia de nuestro país.
LO RECUERDO EN LA KARRERA 30 FRENTE A LA NACIONAL, REPARTIENDO SUS HOJITAS CON SUS PROPUESTAS CUANDO EL FUERRA EL PRESIDENTE DE COLOBIA, BUENA GENTE ERA EL.