Análisis de la coyuntura colombiana
Por Alberto Pinzón Sánchez
La anexión (diplomática) y la ocupación (militar) de Colombia por los EEUU a partir de la creación de un Sistema Integrado de Bases Militares estadounidenses (SIBM) en nuestro país y el continente ha generado de palabra y obra una natural repulsa continental. De momento “la batalla de ideas” sobre sus implicaciones para los pueblos de la Patria Grande latinoamericana apenas se ha iniciado y es de esperarse que a partir de los fogonazos iniciales vaya surgiendo una mayor claridad orientadora.
Ya lo decía nuestro padre Simón Bolívar al referirse a “los soldados bisoños que con los primeros disparos corren creyéndolo todo perdido”.
Por lo pronto va quedando claro que uno de sus rasgos esenciales es una escalada en todos los frentes de la geopolítica imperial, un paso más alto en la operación geoestratégica de dominación y explotación de la región Andino-Amazónica, iniciada a finales del siglo pasado por el gobierno USA de Bill Clinton, con el Plan Colombia – Iniciativa Regional Andina, en la zona de las cinco fronteras o donde confluyen Brasil, Venezuela, Perú, Ecuador y Colombia; y cuya motivación económica ya aceptada por todo el mundo es la posesión y usufructo lucrativo de los ingentes recursos, que además de los cuatro conocidos (petróleo, genes, agua y oxigeno) son todavía desconocidos para el público general (por ejemplo el metal coltán u “oro azul” indispensable para los nuevos desarrollos tecnológicos del complejo militar industrial estadounidense).
Hay otro punto de coincidencia general en los análisis, y es el contenido “supraestructural” de la escalada, especialmente en su aspecto ideológico, también reconocido hasta por la Sra. Condolezza Rice cuando, en una chispa de lucidez y refiriéndose al Libertador Simón Bolívar, exclamó como si fuera un lastre que “estos pueblos tienen Historia”: Es la gran contradicción entre “monroísmo y bolivarismo”, definida o caracterizada desde sus inicios por el mismo Bolívar, avanzada o ensanchada por el apóstol José Martí, Farabundo Martí, Sandino, Jorge Eliécer Gaitán o Allende, entre los que ahora recuerdo, pero que ahora se ha hecho aún más evidente, clara y masiva.
Una tercera contradicción que ha sido aceptada (aunque con algunos reparos por los sostenedores de la división exclusiva y única entre burgueses y proletarios) es el entrelazamiento o fusión histórica-económica de los intereses monroistas o imperialistas con las oligarquías latifundistas financieras de cada país o “criollas”, y que en cada uno de sus estados nacionales latinoamericanos ha revestido características propias o singulares o desarrollos particulares que corresponde a cada pueblo trabajador, como polo opuesto de la misma contradicción, aclarar en la teoría y la práctica.
Pero en donde no ha habido el mismo rigor dialéctico y se ha obviado o excluido el nudo de contradicciones materiales y objetivas que la trascendental decisión del Pentágono de “engullirse” al pueblo colombiano ha originado, ha sido en el análisis de la “coyuntura histórica y económica actual”, enmarcada primero, por una terrible y profunda crisis económica, social y ambiental sin paralelo en la civilización humana. Segundo, por el llamado “empantanamiento” de la temible y sofisticada maquinaria militar inteligente del imperialismo mundial, en Iraq, Afganistán, Pakistán, Irán y Palestina.
Y tercero, que los intereses financieros del complejo militar industrial yanqui requieren (o necesitan, según lo enseñó Lenin) de otra guerra (así sea limitada como todas las del siglo XXI) para vender más armamentos y contratos, apoderarse de más recursos naturales, repartirse más el mundo subdesarrollado y salir de la recesión económica que se está prolongando más de lo esperado.
La anexión de Colombia por los EEUU ha sido comparada muy sugestivamente con el “escenario” de la anexión de Austria que hiciera el Führer Hitler antes del desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. Puede haber algunas situaciones parecidas y aleccionadoras, pero la extrapolación geográfica e historia nubla la identificación del nudo complejo de contradicciones objetivas, de las que venimos hablando. Por ejemplo:
Los EEUU al tomar “consciente y racionalmente“ la decisión de anexarse y tomar posesión de Colombia (“I Took Panamá“, dijo el otro Roosevelt), el balcón más rico y estratégico de América desde el punto político militar y de recursos naturales conocidos y desconocidos, han puesto sitio militar a la República Bolivariana de Venezuela, y de paso también han colocado una afilada pica en el costado de la burguesía brasileña paulista, que históricamente ha mostrado cierto “nacionalismo” y ha venido tomando distancia frente a los EEUU, exhibiendo (en una serie de cumbres internacionales) una imagen de “subpotencia emergente”.
Sin embargo la “Amazônia Nossa” y sus inmensas riquezas declaradas objetivos militares-económicos con el subterfugio de combatir el narcotráfico y las tendencias “antiestadounidenses de ciertos países de la región“ también pertenece a tres de las grandes potencias del Grupo de los 20 (países industrializados y emergentes) (Francia con Cayena, Inglaterra con Guyana, y Países Bajos con Surinam), y ahora tendrán que compartirla también con los EEUU situados estratégicamente en Colombia.
Si se tienen en cuenta estos cuatro hechos contradictorios: 1-Colombia, 2-Venezuela, 3-Brasil, 4-Las potencias europeas amazónicas; es fácil entender el papel conciliador o mejor “la parálisis estratégica” de Lula, como la llama el profesor Dieterich en su poco dialéctico análisis, basado en la teoría burguesa de los escenarios futuros y publicado en Indymedia/Colombia 18.11.2009.
Pero atención: en donde acierta el profesor Dietrich y coincide con lo dicho por el comandante Fidel Castro para Cuba, es en el reconocimiento de que la mayoría de revoluciones han sido destruidas desde dentro, y que el proceso revolucionario venezolano tiene diversas “contradicciones internas”, que parece ser no lo convierten en la excepción a esta generalización sociológica.
Y por ultimo, quisiera llamar la atención o controvertir la contradicción subjetiva contenida en la opinión de que existen dos Obamas. No hay dos Obamas. Objetivamente hay uno solo para mostrar en público, mientras la verdadera política internacional de los EEUU es desarrollada por la familia Clinton de acuerdo con los intereses del complejo militar- industrial yanqui arriba descritos.
El presidente Obama ganó las elecciones, pero haciendo diversas y múltiples concesiones electorales que a la larga terminaron por colocarlo a merced de sus adversarios los Clinton, reconocida familia de reaccionarios inspiradores y ejecutores del Plan Colombia – Andino.
Obama, interesado en la reforma interna del sistema de salud, dejó el asunto colombo-venezolano, lo mismo que lo de Honduras, en las manos o a discreción de la Sra. Hillary Clinton, quien a nombre de la regresiva y poderosa familia suya, ligada estrechamente a los intereses financieros del complejo militar-industrial estadounidense, se encargó de desarrollar toda la política internacional de los Estados Unidos en la región, tal y como lo estamos viendo. Esta sin duda si es una verdadera contradicción que no debiera dejarse pasar por alto en los futuros análisis.
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